Ayer, día infernal, como para definirlo de una manera acorde a lo que voy a contarles, con altísimas temperaturas azotando la faz (y las fauces) rosaurinas, la gente pobre como muá, en lugar de tirarse panza arriba en la casaquinta/country gente como una, vistes... no, en lugar de eso, tiene que andar laburando, abordando colectivos vaporeros, renegando con provedores que mandan cualquier verdura, atendiendo gente chamuscada en la sala de primeros auxilios improvisada, con cara de hastío mientras te cuentan la vida, obra y muerte de don juan de la paupérrima remontéz y a mi qué cuernos me interesa (morfate una milanesa).
En fin, no me pierdo, no me pierdo... o sí, ya lo creo que quisiera perderme en 8 metros bajo tierra cuando me pasan cosas como las de ayer. Estaba yo morfándome, no una milanesa, sino un yogurth (si, mamá, respeté la cadena de frío hasta que empezó a bajarme por el esófago, más no pude hacer...), sentada en uno de los banquitos que da a la fuentecita con las estatuitas sin bracitos de la plaza Pringles. Comía con voracidad mi yogurth activia que me hace funcionar como un reloj, mientras un grupo de impúberes criaturas cascoteaban palomas, y no sé qué más, con sus carpetas y uniformes desprolijos, en total señal de achupinamiento colectivo, la juventú está perdida, es así...
Pero me miraban, digamos que los pibitos estaban mirando algo que, o era yo, o estaba atrás mío o me chorrié el yogurth o me enchastré la nariz, o qué pajeros por dios, una treintañera y estos bobis no tienen a una nena de su edad para andar mirando...? Me miré la musculosa, nada de chorreaduras, miré para un costado, pal otro, nada, bah, si, mucha gente, pero gente menos interesantes que clavos chupados con ahínco...
Ya sé, están mirando el tatuaje las criaturas, el tatuaje que se me asoma por la espalda y parte del hombro... bué, claro, impúberes, incipientes punks rebeldes, y si, mis endemoniados, yo también tuve 15 años y un vecino, el Caña, tatuador apasionado... Sonrío orgullosa: los adolescentes me admiran, los rebelde ways admiran a la veterena de 30, qué grosa la mina, mirá el tattoo que tiene... Pero no, se me acerca uno, carita de atorrante, coloradito él, vieron que hay como una especie de predeterminación genética: el vivacho del grupo, el astuto comandante de todas las aventuras, es colorado pecoso, como si su naturaleza cromática le diera supremacía de caradurez sobre el resto. Se me acerca y me dice: -vos sos Evy'l, del sitio de internet con fotos de minas en pelotas... Y yo, claro, ante tamaña afirmación, y peor aún, ante la idea de saberme en pelotas delante de esos impúberes masturbantes, me puse verde, azul, amarilla, multicolor colérica del atrevimiento infantojuvenil, habráse visto, qué atropello a la moral, a la decencia, entonces le revolié con lo que quedaba del activia en el marote: -rajá de acá, pajerto, volá antes que te reviente! además, decile a tus amiguitos que Evy'l es peruana, pe-rua-na, y yo bien argentina, manga de atorrantes...
Qué barbaridad! para qué mierda tiene una un flickr anónimo en pelotas, para que cualquier perejil la ande reconociendo por la calle!
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