yendo los saurios

lunes, 24 de septiembre de 2007

Alea jacta est

(¿dios no juega a los dados?)

pongamos por caso que el tipo extrae de la cantera la cúbica cantidad necesaria y marca a fuerza de cincel los puntos, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, en cada cara del dado. Nada de baratijas de acrílico y pinturas al solvente como en el Juego de la Oca o de la Vida. Estos dados son pesados, fuertes, casi tanto como los de marfil en sus cajas de madera olorosa de Oriente. Mármol, pongamos por caso que son de mármol. Bien, sigamos suponiendo que el cubilete empieza su proceso fáucico de devoración dádica, uno, dos, tres, voraz, sacude en sus entrañas esa suerte de suerte marmoleada que espera en vano. Soplan en la boca del cubilete, dicen los cabuleros que trae buena fortuna, soplar en la boca, desear en la boca, murmurar un soplido, sacudir suavemente en mágicos pases, desear, qué sería de los jugadores y aficionados sin el deseo latente, presente, inminente, irrefutable deseo del objeto, objetivo del deseo. Y soplan y murmuran brisas, tempestades, huracanes, llenan las tripas del cubilete de secretos, de amores, de desamores, de la mañana que siempre recordás, de retrocesos, de noches de lluvia, de agua que cae de la bañera al piso alquilado, de vecinos ajenos, extraños, de silencios, de palabras, del inconsciente colectivo, de eros de lunas de valencia. Y ahí, en el medio del agite de la fuerza gravitacional licuados dados con número proféticos y designios divinos, destino, ahí, una vez más antes de volcar sobre el paño verde, antes de derrapar sobre las sábanas, ahí estoy yo, con mi suerte sin hacer, des-echada, potente, latente, inminente. Y sigo jugando.



lunes, 17 de septiembre de 2007

dînner à trois

ah, de pronto se me vienen maravillosas remembranzas del viernes pasado, cuando después de un lujurioso viaje en moto tripulada por Gen71 bajo la lluvia finita de Buenos Aires, y luego de nuestro arribo al Centro Cultural Recoleta casco en mano y custodiada de cerca por el hábil piloto enfundado en cueros negros, lo ví de espaldas al Blogudo que acababa de recibir un primer premio como autor y guionista de Les Luthiers ni más ni menos. Me acerqué entre la multitud a pocos milímetros de su nuca, frené de golpe, el motoquero contra mí, le toqué la espalda, se dio vuelta, nos miramos, ¿te conozco? nos miramos de nuevo, le sonreí, ¿nos conocemos?, "Sauria en persona", se sonrió, todos nos reimos, sangucheada entre los dos, nos abrazamos los tres. Aaahhh mis amores!! Y ni les cuento de la cena que un rato más tarde compartí con ellos, comidita china, vino, velas, y dos gatos sigilosos en la sombra. Y el sueño de la piba que se hizo realidad. Gracias, Zeus, gracias!!


(para las fanas aulladoras que lo miran por TV! juas!) (No, Caliope, no me haga esa trompa que somos amigas eh! Le juro que le guardé un poquito para usted! já)

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