Hace un tiempo, en la cátedra de Crítica Literaria comandada por el genio perverso de Nicolás Rosa, conocí una categoría de análisis literario denominada "no lugar" (en realidad se trata de una categoría de la arquitectura, pero lo bueno de Rosa era su habilidad de apropiación de marcos teóricos foráneos, porque al fin y al cabo, todo es literatura). El antropólogo Marc Augé (Los no lugares. Espacios del anonimato, 1992) fue quien dio forma al concepto de no lugar dentro de lo que el considera la sobremodernidad.
En terminos del propio Marc Augé:
«Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un
no lugar. La sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos.»
Luego, menciona algunos ejemplos de estos lugares:
- Los espacios de circulación: autopistas, áreas de servicios en las gasolineras, aeropuertos, vías aéreas...
- Los espacios de consumo: super e hipermercados, cadenas hoteleras
- Los espacios de la comunicación: pantallas, cables, ondas con apariencia a veces inmateriales.
Entonces, podemos decir que el no lugar es un lugar de tránsito, de permanencia momentánea, el lugar del proceso y del movimiento, irrepetible en su geografía cambiante, el lugar sin historia, lo nuevo construido sobre el vacío de la memoria colectiva de los sujetos sociales. Ser parte de la correntada de las peatonales o del shoping es una experiencia única e irrepetible, por más que lo sigamos determinada rutina, el paisaje jamás será el mismo que el del día anterior. Lo mismo un viaje en colectivo al trabajo, o bien estas líneas que escribo frente a mi computadora (que casi puedo decir, ya tienen tanto de cotidiano...). El no lugar es intrínseco a las grandes ciudades, las ciudades demolidas y reconstidas sin historia, ciudades masificadas y consumistas, cuyos habitantes están siempre al borde de la crisis de identidad.
Mi mundo no lugarQue mi casa no es mi casa no es ninguna novedad, aun está en curso la reconstrucción simbólica de hogar. Mal tino tuve al alquilar un departamento nuevo que ni siquiera me da la posibilidad de descubrir papeles escondidos en el cajón doble fondo de un placard. Una casa sin mi memoria, ni la de nadie. En un lugar extraño, que tampoco me recuerda a mi barrio ni a mis vecinos. Un lugar donde no hay nada de mí, donde yo no soy yo, o bien, yo no tengo nada que ver con la que recuerdo, con la que creía conocer.
Mis mundos medio-lugaresLugares que pertenecen al pasado, sí, pero que lejos de cristalizarse mutaron en su esencia, lugares que hace tiempo me contuvieron pero que hoy ya no significan más que recuerdos, habitados por otras subjetividades, con un propio devenir histórico, con otros futuros inciertos que no son los míos. La casa de mis padres, la casa de mi ex. Lugares donde ya no pertenezco, donde no tengo lazos más que con el pasado, donde hoy ya no soy yo, la nada, porque no encuentro algo que me identifique con el presente o propulse a un futuro.
El no lugar y la definición de subjetividadSe vuelve difícil redefinirse nuevo sujeto en medio de los no-lugares, en medio de la hoja en blanco, del discurso en blanco. Porque la memoria, la pertenencia, la comparación con los otros (o con las otras que fui) son factores fundamentales para poder pensarse, ubicarse y proyectarse al futuro. No es menor la angustia que me provoca este estado de no pertenencia, de no poder reconocerme como sujeto vincular en medio del tránsito hacia... ¿dónde? Una cuestión de identificación, de identidad...
balbuceante Vallejo, muda Victoria.Claro, esto que me sucede a mí no es nuevo para la humanidad. Digamos que perderse como sujeto es también escindirse del discurso que nos constituye como tales, y yo, últimamente no-puedo-ni-hablar y se me nota. Y no puedo ni escribir y se me nota. Vallejo balbucea, se reinventa en su discurso, reinventa la lengua perdida, robada, la lengua del no lugar de principios de siglo, la lengua diluída en las muchedumbres. Yo en cambio, aún digiero algo en la garganta que no permite emitir sonido alguno. El ruido de la maquinaria cerebral hace demasiada bulla y ni deja testar las islas que van quedando... Procesos, tránsitos, constituciones y construcciones, espejos, memoria, ahí estoy.
(tránsito pesado)Algunos links sobre los no lugares
Marc Augé, WikipediaLos no-lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad
Non nobis domineEtiquetas: mi casa, monólogos, saudades