doblar la apuesta
Esa era la idea, y lo dificil que se hace mantenerse sobria y más con el fantasmita del Poqui que me está acompañando en este fin de semana sin traiciones, pero que cuesta cuesta arriba. Que luego de algunas pieles de iguanas y desvaríos y meterme en la cama a tiritar no de frío, no de frío, a tiritar de escalofríos de no meter los dedos en el telefono en la compu de pretender doblar la apuesta de no meter los dedos en ninguna boca salada de no no no, de nada que no me haga bien, nada que no me haga bien ¡no pido tanto che! Y el Poqui y su mirada tentadora y la chica que vino hace poco que recibió la inesperada visita de la que se había ido, que vino a reclamar no sé qué, a ver si puede conciliar aunque sea un mensaje de texto, porque estas cosas son así, y la que soy y la que seré, y el que es él y el que él será y y el quién será, ¿quién será? que me mata de ansiedad que me acelera que no me deja dormir ni respirar ni comer, que me enrosca enrosca en cada uno de los pensamientos en cada una de las múltiples opciones disparadas al infinito adentro de mi cabeza. Y toda la gente que se juntó rejuntó entre mis cuatro paredes sin respiro sin tiempo a nada, de todos los procesos juntos de todas las cosas bien sostenidas pero que pesan y doblando la apuesta, doblando la apuesta, ni un dedo, ni un dedo en el teclado en el telefono en la boca. Doblo la apuesta de ser feliz, eso es todo, me merezco un poco más de felicidad.
Etiquetas: ay el amor, monólogos, neurosis
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