la siesta en otoño
El otoño me gusta, lo admito. Una, por el tinte amarillento, donde todo parece una foto en sepia y eso es taaaaan romántico... otra porque anticipa el invierno, y la verdad que yo soy un bicho de muchas mantas y acolchados y sopas de arroz, qué va a ser...
Además, el otoño es la época del año en que me asoleo. Como buen lagarto que soy, busco el sol, pero no el del verano que te derrite las escamas y te deja como una babosidad verde derretida en el piso.
Me gusta dormirme un rato la siesta en el sol del otoño. En la cama ni loca, porque me da fobia, pero sí en el pasto, en un sillón, en un colectivo, donde sea...
La mejor siesta otoñal la tuve en La Plata. Yo en ese entonces era voluntaria en el (ex) zoológico de Rosario (hoy no queda más zoo, en cierta forma cumplimos con nuestro objetivo de que no haya más animales en cautiverio). Bueno, la cuestión que con el grupo del zoo organizamos un viaje al zoo y al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Y esa tarde, mientras los/as compañeros/as se iban al serpentario (odio esos animales, pongámoles una interna lagarticia) yo me tiré en el pasto a un costado del camino, al lado de la jaula de los coatíes (los bichos te rebolean con el maní) y me dormí como media hora feliz panza al sol, mientras, imagino, los niños pasaeban de las manos de sus madres preguntando "mamá, este animal de dónde se escapó?"
Fue una buena siesta, cuando me desperté veía todo azul y así quedé por un buen rato.
Además, ese día vi a un elefante bailar (son animales muy simpáticos esos bichos!). Al tipo le tirábamos maní y hacía sus gracias moviendo una pata, increíble pero real. Aplaudíamos enloquecidos, una simpatía bárbara tenía el elefante. También de ese día, ya dentro del Museo, recuerdo haber visto la colección de escarabajos más grande y fantástica de mi vida.
Che, me entró la nostalgia por el zoo. La verdad, que para los/as pibes/as, no hay mejor experiencia que la de un zoo. Yo me acuerdo que cuando era niña me volvía loca con el mono ese que tenía el culo rosa, un aullador, me moría de la risa toda la tarde, pobre bicho enjaulado...
Además, el otoño es la época del año en que me asoleo. Como buen lagarto que soy, busco el sol, pero no el del verano que te derrite las escamas y te deja como una babosidad verde derretida en el piso.
Me gusta dormirme un rato la siesta en el sol del otoño. En la cama ni loca, porque me da fobia, pero sí en el pasto, en un sillón, en un colectivo, donde sea...
La mejor siesta otoñal la tuve en La Plata. Yo en ese entonces era voluntaria en el (ex) zoológico de Rosario (hoy no queda más zoo, en cierta forma cumplimos con nuestro objetivo de que no haya más animales en cautiverio). Bueno, la cuestión que con el grupo del zoo organizamos un viaje al zoo y al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Y esa tarde, mientras los/as compañeros/as se iban al serpentario (odio esos animales, pongámoles una interna lagarticia) yo me tiré en el pasto a un costado del camino, al lado de la jaula de los coatíes (los bichos te rebolean con el maní) y me dormí como media hora feliz panza al sol, mientras, imagino, los niños pasaeban de las manos de sus madres preguntando "mamá, este animal de dónde se escapó?"
Fue una buena siesta, cuando me desperté veía todo azul y así quedé por un buen rato.
Además, ese día vi a un elefante bailar (son animales muy simpáticos esos bichos!). Al tipo le tirábamos maní y hacía sus gracias moviendo una pata, increíble pero real. Aplaudíamos enloquecidos, una simpatía bárbara tenía el elefante. También de ese día, ya dentro del Museo, recuerdo haber visto la colección de escarabajos más grande y fantástica de mi vida.
Che, me entró la nostalgia por el zoo. La verdad, que para los/as pibes/as, no hay mejor experiencia que la de un zoo. Yo me acuerdo que cuando era niña me volvía loca con el mono ese que tenía el culo rosa, un aullador, me moría de la risa toda la tarde, pobre bicho enjaulado...
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