paranoica

No sé por qué pero definitivamente ODIO los negocios que tienen casilleros para que las personas (por lo general mujeres) guardemos nuestros bolsos y carteras. Supongo que este será otro "gran" invento argentino, no? La cuestión que los detesto, porque yo, por una cuestión de principios, no dejo ni en pedo la cartera en esas cosas, no porque lleve demasiado en ella y tenga miedo de que me la roben, sino porque me parece una violación sobre mi decencia, el hecho de que "todos/as somos sospechosos/as". Sólo dejo el bolso cuando tengo cosas pesadas y me molesta para andar por el local (cuando llevo libros, carpetas, etc.).

Entonces, como los detesto, paso igual delante del vigilante que vigila los casilleros y a las personas que entran, pero paso con la frente bien alta. Cosa de que el forro vea mi decencia (?) (también detesto a los vigilantes de negocios). A veces no me dicen nada, y si me llegan a decir algo, actuo en función de la necesidad que tenga de permanecer en el local: o me voy a la mierda o le digo alguna cosa del tipo "en la vida me robé un caramelo, sabelo, no sé de qué me viste cara" a lo que el tipo responde "son las reglas de la casa" o alguna otra pelotudez así. Pero entro al negocio con ánimos homicidas.

Luego, una vez adentro, ya sea que deje o no la cartera en la puerta, siento los ojos vigilantes en la nuca todo el tiempo. Y me da mucho apuro el hecho de agacharme en una góndola a leer un precio y/o comparar productos "en cuclillas" porque pienso que pueden pensar que estoy robando... Todos/as somos sospechosos/as. Así es que ando por las góndolas con cara de perra buena, con las manos a la vista todo el tiempo, para que vean, esos pelotudos...

En realidad, lo que temo es que alguien me diga algo y no pueda controlar mi furia atroz. Porque ni mis viejos me anduvieron persiguiendo en nada porque siempre fui una pelotuda super prolija y super acatada a las reglas, que me da bronca que estos forros sospechen de mí.

Una vez tuve un episodio bastante violento en Falabella (ex-La Favorita), que es uno de los lugares más tradicionales y conchetos de la peatonal, una "casa de señoras" de alta (o pretendida) alcurnia. Yo claro, desentonaba de lo lindo en ese lugar, probablemente haya estado en zapatillas fluo y no con los zapatitos que terminan en punta, probablemente haya estado desarreglada o despeinda, y ese fue motivo suficiente para que el boludo de la puerta me dijera al salir: "Sra, me muestra la cartera". Yo lo miré con furia al tipo, pensando "si lo miro con furia más sospechas tendrá sobre mí" entonces le dije "Por qué? viste en mí algo sospechoso en especial?" con la bronca que me brotaba y los ojos rojos. El tipo me dice "No, sra, pedimos carteras al azar" o algo así (la cuestión que me la pidió a mí y no a una de esas viejas cirugeadas de sacones, además de herir mi orgullo fue un acto de discriminación total y se lo dije al pelotudo). Entonces abrí la cartera, con el pudor de si hubiera tenido que mostrarle mis tetas, el tipo le pasó los ojos y me dijo "Está bien" y yo me fui carcomiendo entre dientes "está bien, qué está bien pedazo de forro, ni que yo necesitara que vos me digas qué está bien...". La cuestión es que después de esa no volví a entrar a Falabella.

Eso si, cuando me voy enojada de un lugar por estos motivos, no regreso más. Mi orgullo es de hierro, aunque a estos forros ni siquiera les importe y jamás se enteren de esto en la vida. Hace poco me pasó algo así en la librería artística New Plenty y se me partió el corazón porque yo amaba caminar por ese lugar y armar ideas en mi cabeza. Ahí capaz que vuelva, pero ya lo tengo entre ojos al boludazo que me hizo dejar el bolso.

En fin, un poco de catarsis antes unas austeras compras que estuve haciendo hoy...