yendo los saurios

domingo, 12 de diciembre de 2004

Cerati me hizo una resonancia magnética

11 de diciembre de 2004 en Rosario

Imaginemos que en un futuro lejano viene una superpotente máquina electrónica y de pronto entra a comerse los discos de Soda Stereo y los discos del mismo Cerati. Supongamos que este bicho alienígena digital digiere todo este sonido más o menos coherente y de pronto lo vomita en código binario, sumando interferencias de radio que provienen del hiperespacio, sumando descargas eléctricas de las metrópolis futuras, agregando el fragor de las máquinas que producen en serie para el consumo idiotizado de los humanos.

Algo así fue el recital de Gustavo Cerati, anoche en el Anfiteatro. De pronto, entré en una caja de resonancia magnética y los golpes terribles de los sonidos graves que me atravezaban por dentro, hicieron eco en el vacío dominante. Supongo que así, en esos ecos magnetizados, es que el público entra en comunión con la máquina. Por momentos temí perder la frecuencia (cardíaca). La artificialidad del sonido en su máximo exponente, como estrategia de la electrónica que se viene, a mí me dejó un tanto electrificada (de estática, quizas). Y no es porque yo haya esperado otra cosa, sé bien quién es y qué hace Cerati por estos lares, pero creo que el exceso me dejó afuera del disfrute, del goce.

Hace unos días lo leí en una entrevista, decía que pretendía un recital "mas rockero" en Rosario. Lo que no dijo, claro, era que "lo rockero" lo hacía la laptop y no una guitarra eléctrica, como hubiera imaginado gente. Si el año pasado me dejó extasiada, transportada por unos días en su calibración digital a-corde, a la vuelta del 11 de diciembre de 2004 sólo quiero prender fuego sus discos, con el fin purificador que todo fuego tiene y que Cerati conoce bien.

"Él usó una laptop como un revolver, e incendió mi cabeza con su electricidad"

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