yendo los saurios

martes, 22 de febrero de 2005

la misteriosa historia del cadáver putrefacto

Desde hace unos días ya, en la casa del Nodo se está sintiendo un terrible olor nauseabundo que se concentra especialmente en la cocina, pero que últimamente está llegando a otras salas de la enorme y vieja casona tenebrosa, según cómo den las corrientes de aire.

Así es que Sauria y Lucas, detectives privados, sabuesos infalibles, decidimos investigar el caso. Luego de escuchar las conjeturas de habitantes y vecinos ("se tapó la cañería", "hay comida podrida", "hay una rata muerta", "hay un perro muerto", "son los restos de un mamut surgiendo desde el humus terrestre"...) comenzamos nuestro trabajo sabuesil.

Con la valentía que nos caracteriza decidimos comenzar por la escena del crímen: la cocina. Abrimos alacenas, destapamos rejillas, hicimos correr el agua, siempre a riesgo de nuestra propia vida si de pronto encontrábamos esa "cosa amorfa" que expelía tal pudrición en nuestras propias narices.

En un momento de lucidez mental, y luego de descartar la autoría del mayordomo en el crimen (porque en el nodo no tenemos mayordomo) (será por eso que se pudren las cosas? je), de pronto, señalo firmemente con mi patita hacia adelante, tieso la cola en línea recta y digo: "por ahí, Lucas, vé, vé, devela el misterio de una vez por todas!"

Arriba de la alacena, las calabazas que habitaban el lugar desde el invierno pasado con una sonrisa diábolica pintada con fibrón, recularon con terror, al haber sido descubiertas por el sagaz duo. Lucas, en nombre de la ley, agarró del cuello a una de ellas, y la muy cobarde decidió borrar toda evidencia al estallar en mil fragmentos babosos vomitivos que enchastraron todo el piso y parte de los zapatos brillosos de Lucas. Sólo quedó de la culpable un gran charco de sangre calabacil y miles de gusanos blancos que se desplazaban por el lugar. La segunda calabaza no opuso mayor resistencia y cayó dentro del tacho de basura, resignada a su condena.

Luego de "limpiar" el lugar (la alacena hacía rato que goteaba una sustancia babosa, reforzando la teoria de que el asesino siempre vuelve a la escena del crímen) y luego de recibir el agradecimiento emocionado de los moradores que miraban atónitos la resolución del pesticidio, los sabuesos Sauria y Lucas volvieron a sus bibliotecas a fumar una merecida pipa.

Sin embargo, esa misma noche era aniquilado por un rayo de apestosidad un recolector de basura que osó poner sus manos en la bolsa negra. La calabaza anda suelta, quizás volvamos a tener noticias de ella....

(Elemental, Saurios...)

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