música en estado puro
Una irrupción en el silencio sofocante de mi interior: hacía rato que no escuchaba música en estado puro. Y de la buena.
Algo así fue mi experiencia el sábado a la noche -noche de mucho frío junto al río- en el concierto que Lito Vitale dio junto a su Quinteto, compuesto particularmente por músicos muy jóvenes.
Al principio, la consabida resistencia ante el cambio de humor acuoso que me rodea y trasciende. Pero luego, una vez más, comienzo a sentir esa permeabilidad musical que da buena esperanza. Permeabilidad musical de sentirme un ser transparente, donde poco a poco comienzan a vibrar las notas y las melodías y los vientos y los golpes percusionados. Permeabilidad que hace sentir la música fluyendo y goteando y lloviendo dentro del pecho (la manía de sentarme tan cerca de los parlantes?).
Lito Vitale es un virtuoso en el cauce de los sonidos, si hubiera habido de los "malos", él seguramente lo hubiera sumado a armonía predominante. Como un río que recibe generoso el fluir de pequeños arroyos e hilos de agua, y los une y funde con el caudal profundo.
La sesión hipnótica ondulante también fue parte del trabajo increíble del chico Victor Carrión, encargado de los vientos: flautas y xiqus. Sin duda, un gran hallazgo de Lito, si Lito hace fluir la sonoridad del río, Victor es el viento que corre por la superficie y mueve ramas y arena y hojas.
En mi butaca de la primera fila, hasta el sonido de los aplausos hicieron un continuo con los instrumentos, de manera tal que el concierto fue uno indivisible, quizás con algunos saltos y vertientes entre las piedras, pero que jamás detuvo su marcha hacia el final.
Y del teclado-caja-de-pandora de Lito surgieron voces, y bandoneones, y más vientos, y de la mágica manga salió también Fandermole y un tango y Madrigal.
Sin dudas, fue una noche en donde el caudaloso Paraná se desvió unos metros para entrar en la sala, mojarnos un poco el alma y el cuerpo, mecernos como peces en su vientre y así, tan pronto, retornar. Y gracias a la magia de Lito Vitale Quinteto.
Algo así fue mi experiencia el sábado a la noche -noche de mucho frío junto al río- en el concierto que Lito Vitale dio junto a su Quinteto, compuesto particularmente por músicos muy jóvenes.
Al principio, la consabida resistencia ante el cambio de humor acuoso que me rodea y trasciende. Pero luego, una vez más, comienzo a sentir esa permeabilidad musical que da buena esperanza. Permeabilidad musical de sentirme un ser transparente, donde poco a poco comienzan a vibrar las notas y las melodías y los vientos y los golpes percusionados. Permeabilidad que hace sentir la música fluyendo y goteando y lloviendo dentro del pecho (la manía de sentarme tan cerca de los parlantes?).
Lito Vitale es un virtuoso en el cauce de los sonidos, si hubiera habido de los "malos", él seguramente lo hubiera sumado a armonía predominante. Como un río que recibe generoso el fluir de pequeños arroyos e hilos de agua, y los une y funde con el caudal profundo.
La sesión hipnótica ondulante también fue parte del trabajo increíble del chico Victor Carrión, encargado de los vientos: flautas y xiqus. Sin duda, un gran hallazgo de Lito, si Lito hace fluir la sonoridad del río, Victor es el viento que corre por la superficie y mueve ramas y arena y hojas.
En mi butaca de la primera fila, hasta el sonido de los aplausos hicieron un continuo con los instrumentos, de manera tal que el concierto fue uno indivisible, quizás con algunos saltos y vertientes entre las piedras, pero que jamás detuvo su marcha hacia el final.
Y del teclado-caja-de-pandora de Lito surgieron voces, y bandoneones, y más vientos, y de la mágica manga salió también Fandermole y un tango y Madrigal.
Sin dudas, fue una noche en donde el caudaloso Paraná se desvió unos metros para entrar en la sala, mojarnos un poco el alma y el cuerpo, mecernos como peces en su vientre y así, tan pronto, retornar. Y gracias a la magia de Lito Vitale Quinteto.
publicadas por sauria es una mutante! @ 10:25 p. m.
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